Juegas a disfrazarte de ella, de la fría, pero piensas “es imposible”, sobre todo cuando él está, te calientas, te calienta y ni en broma cabe en la cabeza que, como ella, puedas congelar con la piel a cualquiera que toque tu piel helada. Así que ríes, porque es mentira, porque no es así, él no es demasiado cálido para ti. Y cuando se acaba la canción, aún con la musiquilla en la cabeza, sin ser consciente de ello buscas algún lugar, cualquiera que sea, que dé algo de calor a tu cuerpo, a tu mente, que sin querer y sin saber se ha congelado en el tránsito del recuerdo de cuando estabas con él y de repente te das cuenta de que él no está.
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