jueves, 16 de julio de 2009

monólogo interior


Buscando continuamente la manera de salvar el segmento de aire que nos separa.
El segmento de tierra.
Mañana limpiaré los cristales, abriré las ventanas y le diré al mundo: sólo quedan un par de días para verle. Y nadie lo entenderá, sólo yo, sólo yo sabré lo importante que es todo esto
que dos meses de repente queden reducidos a dos días
que serán dos horas
que serán dos minutos
que serán…
Temo una recaída en el tabaco, sobre todo ahora que estoy comenzando a tener conciencia de no fumadora. Es como si el humo me acechara en cada esquina recreándose en su olor, en su gusto, en su forma que cada vez me parece más deliciosa. Tengo miedo de él y tengo miedo de mí misma.
Llevo todo este tiempo cargando, cargando el móvil, el mp3, cargando con tensiones, con libros, cargando con resacas, con broncas. Llevo todo este tiempo cargando las pilas, recuperando fuerzas y llegado el momento crucial, en el que debería estar a punto, todo se deshace ante el temor de la duda, de la incertidumbre que pone título a todo esto y que no me cansaré de repetir, incertidumbre, incertesa o como tú prefieras llamarlo desde tu bipolaridad lingüística.
Y vuelvo marcha atrás y descubro temores, miedos que aparecen dando la cara y en cada sombra de cada palabra, no me gusta que se vea pero se ve, y no sé de dónde salen todos si yo lo único que quiero es vivir la vida y lo hago, pero… ¿qué falta?
Seamos sinceros, te gusta todo esto, o al menos, otra cosa no sería mejor. Los temores, la incertidumbre, no son en absoluto peor que la seguridad, que la estabilidad (¿acaso no huyes siempre de ella?). Sabes que aunque a veces las fuerzas flaqueen te gusta esta situación de desconcierto, es incluso divertida y así la aceptas y juegas con ella.
Y el tabaco… al fin y al cabo ha pasado de ser un vicio a ser un reto, supongo que aunque te prives del placer a la larga será más gratificante que sacar el mechero y encender otro cigarro.
Dos horas, dos días, dos meses. Volvemos atrás y veo que tengo los bolsillos con algún puñado más de recuerdos que contarte. Y aún así siempre me quedo con las cosas que nunca me atreveré a decirte. Lo siento.
No faltaría nada, pero nada tendría sentido.
Después de un año, sigo en período de prueba. No sé si en mis pulmones entra tanto aire. No se si mis pies pueden con tanta tierra.
En fi
és lo que hi ha.