miércoles, 20 de mayo de 2009

para no olvidar


Fue divertido planearlo todo, esa mezcla de emoción, nervios y ganas, de incertidumbre (como siempre) que hizo que la distancia de Madrid a Figueras la hiciese caminando sobre un cable de acero. Pero al último paso que di ahí estabas tú, un poco como siempre, un poco distinto, pero siempre tú. Volví a perderme en tu abrazo, a quemar todo aquello que me quemaba antes de verte, a olvidar, a rejuvenecer, a vivir mayo como se merece, en todo su esplendor y con toda nuestra intensidad, habitual en nuestros encuentros. Y siempre tan efímero, y siempre tan increíble, De nuevo en tus brazos para volver a nacer, se pasó el 16, el 17 y ese cachito de 18 que compartimos. Llegué a Madrid entre la alegría y la desgana, por haber estado contigo y por volver aquí de nuevo sin ti. Descubrí, aunque me lo esperaba, que aunque yo volviese de vivir un sueño, en Madrid era lunes, y como tal, rutina.
Pero no señores, yo no era como todos los días, y eso que cogí el transporte a las mismas horas y caminé las calles bajo la misma luz de la tarde. Yo volvía de vivir mi sueño, y aunque el grueso del mismo permanezca en el Ampurdá, me traigo una pequeña réplica conmigo, y esa es sólo mía, por mucho que intente explicarlo, nadie sabe lo mágico que ha sido para mí volver a verle.

1 comentario:

  1. Mientes... el brillo de tus ojos te delató, aún guarda en su retina esos maravillosos días.

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