viernes, 18 de septiembre de 2009

Ahora, después de los mil y un días sin saber de ti, de repente me dices las palabras mágicas, y ejerces sobre mí ese poder de transformación que te has adjudicado y que sólo tienes tú. Ese poder que me devuelve a la princesa y a su vestido blanco, alejando de mí todos esos momentos en los que la creí muerta, porque el príncipe vuelve, tal y como prometió, aunque a veces ni siquiera pudiera creerle. Entonces ocurre que la coraza se agrieta, el maquillaje se cuartea. La droga en las calles, la violencia, la decadencia. El miedo, las plumas mojadas, el papel destruido, las velas que se consumen, las vidas que se consumen… todo adquiere el papel contrario al asignado y chispea, porque todo es vida, y no importa nada más. El otoño que viene preparará para ti su vestuario de gala, y yo reviviré mi mejor sonrisa. Todo por las palabras mágicas, que son tan inusuales que alimentan mi incredulidad y hasta me parecen mentira, pero que cuando se dicen… alcanzan su objetivo permanente de mantenerme hechizada. Y ya no importa nada más.

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