martes, 22 de marzo de 2011

Crónica de cómo una se transforma de TS a SW en potencia

Sí, llevo casi dos meses aquí, y no se me ha olvidado que la principal razón por la que vine fue para estudiar. Y digo que no se me olvida porque no me dejan.
Después de tres años de mi vida siendo una homo complutensis y haber pasado a ser homo erasmus, tengo que dedicarle una crónica al sistema educativo de los dutch, antes de sufrir el burn out por culpa de las assignments que tengo de aquí a abril…
Es difícil comenzar una comparación entre los dos sistemas educativos. Diré que durante mi etapa como homo complutensis hice las cosas típicas que hace la gente de esa especie: número de horas de rigor en la cafetería, colas interminables en reprografía para comprar apuntes, los míticos San Cemento, San Teleco, San Jacobo y otras tantas reuniones estudiantiles al solecito de Ciudad Universitaria, esos meses malditos que son febrero y junio, aprendí el significado de lo que era un crédito, de clases multitudinarias con profesores con efecto somnífero, los saraos de diversa índole de la facul de políticas y el posterior tránsito a ser de la raza boloñesa. Eso y mucho más que no se puede resumir en tan poco. Pero cuando esta llegó a Holanda, automáticamente pasó de ser una complu más a ser de la HvA, que es la University of Applied Sciences de esta mi ciudad, y que, por cierto, está un poco a la sombra de la UvA, que es la universidad principal de Ámsterdam.
Mi facul (una de ellas, porque tengo dos) no está en ningún campus propiamente delimitado como tal. Está en una calle muy amplia que tira para Amstel Station. Es un lugar muy mono, muy luminoso y con un piso de cada color (yo estoy en el amarillito). El primer día, nada más llegar, estaba en mi clase el de relaciones internacionales de la facultad, que me recibió con un “Tú debes ser Irene, de Madrid, ¿verdad?” a lo que yo asentí atónita, pues es bastante inusual que en mi uni de origen profesores o gente de ese rango te llame por tu nombre. A partir de ese momento ha sido una continua comparación para evidenciar diferencias, y pese a mi fidelidad respecto a mis orígenes, he de decir que no siempre es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, y yo me quedo con lo nuevo.








A priori, esas son las diferencias que se me vienen a la cabeza. A favor del sistema español, he de decir que me gusta porque le tengo cariño. A favor del sistema holandés, todo lo demás. Así que ya podían espabilar los ministros de educación, o directamente los profesores y los mismos alumnos, para no quedarnos a la altura del betún en comparación con estos del norte. Y esa es mi opinión personal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario