jueves, 2 de agosto de 2012

Próxima estación: incertesa


Un tercio de mi tiempo con la Princesa. ¿Ya? Demasiado rápido…
Un tercio, y sin querer me adelanto un par de pasos, surgen preguntas: ¿qué habrá después?
La Eterna me observa en silencio desde lejos, reflexiva, trazando alguna estratagema que me haga volver con ella, a la espera de mi próximo movimiento.
La Deseada me tiende sus brazos invisibles, invitándome a vivir mil pecados sobre su piel canela.
La Princesa me agarra de la mano, firme y cálida, me mira a los ojos y me dice: “Tienes lo que quieres. Eres feliz. Quédate conmigo”.
Pero no es tan fácil, Princesa, contigo soy feliz pero no sé si eso me basta. Un día le prometí a la Eterna que no la abandonaría nunca, y por ahora no he hecho más que incumplir, devolviendo vanas palabras de regreso. 
La Deseada me ofrece lo más oscuro, la inestabilidad, el conflicto. El sepia que oscila entre el blanco y negro y el color. Y es difícil hacer frente a la tentación del conflicto, a la trama sobre la que camina la funambulista entre la meta y el suelo.
¿Qué meta? ¿Cuál es la meta? ¿Dónde pretendo llegar? ¿Con quién me quedo?
No hay meta que valga, la meta es el camino, y sigo caminando, a veces aquí, a veces más adelante… imaginando poder ser aquella a quien la Eterna creó y a quien la Princesa conquistó, en los abruptos e irresistibles dominios de la Deseada… 

…o no.

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