jueves, 17 de febrero de 2011

La búsqueda

Lady Barbuda tenía la certeza de que en la Ciudad XXX se hallaba la Fuente de la Eterna Juventud. De ella manaba el delicioso líquido que acostumbraba a beber en el lugar del que venía, ese que la mantenía joven y fresca, pero que, tras el difuminio que habían marcado las fronteras tras sus pasos, ahora le resultaba prácticamente inaccesible. Así que, lo que antes era un ir y venir rutinario para abastecerse en la Fuente de la Eterna Juventud, ahora se había convertido en una hazaña digna de relatar.
La Perla Negra esperaba impaciente, con ansias de aventura ante el nuevo reto que se presentaba, deseosa de iniciar el camino hacia el Tesoro. Lady Barbuda se acomodó en su montura y dieron rienda suelta al nuevo poder que habían adquirido: juntas, conocían el camino a cualquier lugar que desearan ir, incluso aunque nunca antes hubieran estado. Haciendo uso de ese tremendo poder, dieron rienda suelta a su intuición guía y galoparon a la orilla de canales, cruzando puentes a lo largo del caos ordenado de la Ciudad XXX. Debían darse prisa, pues a la incertidumbre del lugar exacto donde se hallaba la Fuente de la Eterna Juventud se añadía un hándicap: esta se cerraba cada día a las seis de la tarde, cuando el sol ya se había escondido más allá del último canal de la Ciudad. De modo que, luchando contra el tiempo y el espacio, Lady Barbuda y la Perla Negra llegaron a Haarlemmerstraat.
Según había consultado en los mapas, era allí donde estaba la Fuente de la Eterna Juventud, y gracias a la intuición guía que habían desarrollado, no les fue difícil encontrarla. Un ápice de decepción asomó cuando descubrieron que la Fuente había echado el cierre por aquel día, pero se esfumó en el instante en que apareció el hada madrina de aquel momento y abrió la puerta. Lady Barbuda entró en aquél lugar, dejándose envolver por olores de su memoria que ya no le eran rutinarios, sino un poco nostálgicos: aceite, jamón, pan... y por fin, después de tres semanas en el país en el que los habitantes no caminan, sino ruedan, encontró esos polvos marrones con los que fabricar la bebida que la mantenía en la Eterna Juventud. Después de tres largas semanas sin probarlo, había vuelto a beber de ese incomparable Elixir de la Vida. Una vez más, Lady Barbuda y la Perla Negra habían triunfado en la Ciudad XXX.




En resumen, que YA tengo ColaCao. 450 gramos por el módico precio de 6,50 el bote. Toma ya.

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